- ¿Por qué te quieres ir? – le preguntó él con un tono de reproche.
- No es eso, es solo que no pertenezco a este lugar. No me voy, solo regreso a mi hogar.
- ¿Pero acaso no te he dado un hogar? ¿No has sido feliz a mi lado?
- Mucho. He sido muy feliz. Mi experiencia en este lugar, a pesar de haberme encontrado en apuros, fue maravillosa y todo fue gracias a ti. – dijo ella con una triste sonrisa dibujada en su pálido rostro.
- Entonces, ¿Por qué tiene que ser ahora? ¿Acaso no podrías esperar un poco más? – su tono ya se tornaba algo desesperado.
- El momento ha llegado y no es posible posponerlo. Siento mucho que tenga que ser de esta manera, pero debes saber que me has dado mucho y aunque ya no podrás verme, yo siempre estaré contigo.
Ella le sonreía con ternura y él luchaba con toda su fuerza para contener las lágrimas. Sabía que sin importar qué, ella se iría. Siempre había sido así. Ella nunca perteneció a su mundo, había sido un milagro encontrarla aquella mañana escondida en un rincón.
Estaba herida y sola, intentando escapar, pero era evidente que algo iba mal con su cuerpo. Él tuvo que convencerla de que no le haría daño y que trataría de sanarla. Había sido cosa del destino el que se quedara con él todo este tiempo, debía estar agradecido en vez de ser egoísta y negarle seguir su camino, aun si era difícil.
- Si, entiendo. Yo estaré aquí, si quisieras volver, solo ven. Aquí siempre habrá un lugar para ti.
- Eres tan dulce, te lo agradezco. Sin embardo no podría pedirte algo tan egoísta. Por favor continúa con tu vida, se feliz.
- No me pidas algo que no se si pueda cumplir.
- Podrás. Tal vez no ahora mismo, pero más adelante podrás.
- No estoy listo para dejarte ir. – dijo él, y su voz se quebró al final-
- Lo siento.
Ella lo besó, le acarició la mejilla y le dedicó la sonrisa más dulce que había visto jamás. En un movimiento rápido y elegante, desplegó sus enormes alas blancas, ya curadas por completo. - ¡Que hermosa es! - pensó él y en un parpadeo, todo lo que quedó fue una delicada pluma blanca planeando en el aire, siguiendo su camino hacia donde hace un momento se encontraba ella.
Después de ese día, cada cierto tiempo, cuando él comenzara a sentirse solo o triste, una pluma blanca igual a aquella aparecería en aquel mismo lugar de la casa, provocando una nostálgica sonrisa y un poco de calidez en el corazón de aquel hombre solitario.
- Fin -
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