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Foto del escritorSisu Nue

Juegos peligrosos - II Parte

- ¡Espera! – dijo el prisionero.

- ¿Vas a hablar? No juegues conmigo, no estoy de buen humor.

La respuesta no llegó así que automáticamente el hombre que sostenía la pinza la acercó a su mano izquierda e hizo un pequeño corte en el espacio entre los dedos meñique y anular.

- Por cada minuto que pases sin contestar, este hombre va a hacer un corte como ese. Cuando tengas cortes en todos los pliegues, seguiremos por cortar tus dedos. Creo que ya viste que no es demasiado agradable la sensación, tendremos que parar el sangrado de la misma forma. ¡Sigue cortando!

Así continuaron sin que este dijera una palabra hasta que cortaron incluso los pliegues en medio de los dedos de sus pies. La sensación era horrible, el dolor era insoportable, aunque como le habían prometido, no era suficiente para morir, ni siquiera dejaban que se desmayara.

- ¿Debería arrancarte las uñas antes de cortarte los dedos?, será más eficiente de esa forma. Aunque si te resulta muy doloroso, solo debes contarme lo que quiero saber. ¡Arranca una de sus uñas para que lo piense mejor!

El tipo obedeció de inmediato mientras que otro se encargaba de mantenerlo consciente golpeando su cara y poniendo un algodón con alcohol en su nariz.

- Si, parece que no funciona. Como se esperaba de ti, eres duro. Tráiganme la placa metálica.

El líder tomó la placa incandescente y sin titubear se la soltó en uno de los muslos. Aquel hombre ahora gritaba por el dolor.

- Arranca sus uñas, todas de una vez y luego córtale el pulgar o ¿podría ser mejor si sacamos uno de sus ojos? Esto ya me está cansando. Si, su ojo es mejor.

- ¡Espera! ¡No lo hagas! Por favor, solo dame un momento, hablaré.

- ¡Oh! Claro, tienes 5 segundos. 1… 2… 3… 4…

- De acuerdo. Mira, yo…

En ese momento, un estruendo vino desde afuera. Todos volvieron su mirada hacia la puerta del sótano sin entender lo que había pasado. Entonces uno de los hombres que había estado haciendo guardia arriba, cruzó la puerta y bajó corriendo las escaleras, antes de recibir un disparo en la cabeza gritó - ¡Salgan de aquí, es la policía! - El jefe se volvió hacia el hombre en la silla.

- ¿La policía? ¡Ja! De verdad eres un maldito.

En un momento, todo el lugar se llenó de hombres uniformados y muy bien armados. Rodearon al hombre en la silla y acorralaron a todos los demás, incluso al líder.

Un hombre entró de último, no vestía el mismo uniforme que los demás. Era tan alto como el jefe de la mafia y delgado, su larga cabellera roja se movía mientras bajaba las gradas una por una mirando de un lado al otro, analizando la escena. Venía arrastrando a uno de los hombres de la banda, traía al corpulento hombre tomado por el cuello con una mano y con esa misma mano, sin ningún esfuerzo, lo lanzó hacia un lado una vez que llegó abajo.

Con la otra mano, sostenía su arma la cual se notaba que había estado utilizando antes. A pesar de esto, su ropa aún estaba en perfecto estado al igual que su cabello. También parecía que el resto seguía sus órdenes.

Se acercó al hombre en la silla, todos los agentes que lo rodeaban le dieron paso. Tomó la cuchilla que tenía incrustada en la mano izquierda y la sacó de un tirón. Luego con esta misma cuchilla, lo liberó de sus amarres.

- Vaya que te hicieron mierda esta vez, te ves terrible.

- Cállate. ¿Eso es lo único que tienes para decir después de llegar tan tarde?

Ahora que estaba libre, se levantó de la silla con mucha dificultad y cojeando se acerco al jefe de la mafia que estaba esposado y siendo inmovilizado por tres agentes, más otros dos que lo vigilaban un poco más de lejos en caso de que intentara algo gracioso. Era un hombre extremadamente peligroso y cinco agentes podrían incluso llegar a ser pocos.

- ¿Quieres una historia? Te contaré una historia.

Había un maldito jefe de la mafia al que era imposible atrapar. Habíamos enviado decenas de agentes encubiertos, pero todos y cada uno fueron asesinados, incluso los mejores. Después de un tiempo, este tipo escurridizo seguía haciendo de las suyas sin que pudiéramos detenerlo.

Pero, uno de ellos descubrió algo interesante antes de ser descubierto; el temido jefe de la mafia tenía una debilidad por los chicos desamparados, aquellos que no tuvieran a donde ir o dónde caerse muertos. Ya conoces a ese tipo de gente que apesta a muerte y maldad pero que tratan de hacerse los buenos con una buena obra o dos, como si sus podridas almas consiguieran algo de consuelo en eso.

Así que ideamos un plan para que el mismo jefe de la policía pudiera infiltrarse en la mafia de una manera en la que tú mismo fueras quien solicitara su ingreso, impidiendo así que tuvieras alguna duda sobre su procedencia. El plan fue tan magnífico que incluso una persona tan desconfiada como tú, bajó su guardia ante mí. Ese ha sido tu único error hasta ahora jefe y será el que me consiga un gran ascenso. ¿No estás feliz por mí?

- ¡Ja! ¿de qué te jactas? Eres el jefe de la policía, pero eres aún mas retorcido que yo. Somos parecidos mi querido amigo, ambos somos fríos y sanguinarios. ¿Crees que eres mejor que yo porque estás del lado del gobierno?

- Si, eso es exactamente lo que creo, pero puede que tengas algo de razón en eso de que somos parecidos. Podría reclutarte en un futuro si no has muerto en la silla eléctrica aún, haríamos un buen equipo.

El rostro del jefe de la mafia volvió a ser calmado y sereno.

- ¿La silla eléctrica dices? – dijo riendo- estas poniendo tus esperanzas muy en alto mi amigo, ¿olvidas quién soy? En menos de lo que piensas te verás muy decepcionado de ese lado que tanto proteges. Al contrario, reconsideraré darte un puesto a mi lado en el futuro cuando te canses de nadar contra la corriente, haré una excepción solo por ti.

- Ya lo veremos. ¡Tony!, nos vamos ahora. Ya sabes que hacer.

El tipo de cabello rojo respondió de inmediato.

- ¡Si señor! Ustedes cinco, vigilen a este hombre como si su vida dependiera de ello, porque así será. Los demás, encárguense de limpiar este lugar, que no quede ni una rata con vida.

- Si señor. – respondieron todos-

Después de esto, Tony tomó al jefe de la policía para ayudarle a salir.

- Afuera están esperando las unidades para tratar tus heridas.

- Por cierto, tú estúpido idiota – dijo el jefe con tono enojado mientras salían – ¿Es esa la forma correcta de sacarle una cuchilla incrustada a alguien?

- Oh vamos, no seas tan delicado. Solo trajimos armas de fuego sabes, no tenia como cortar las cuerdas. Fue muy conveniente que estuvieras sosteniendo una cuchilla.

- ¿Sosteniendo una cuchilla…?

- Exactamente. Mas importante que eso, di ¿acaso no me vi genial mientras te liberaba? Mi entrada fue impecable ¿cierto?, quisiera que pudiéramos hacer estas cosas más seguido, es tan excitante.

- Tu… ¡te voy a suspender por un mes! Eres de lo peor Tony, no puedo creer que un lunático como tu sea mi segundo al mando. Voy a reconsiderar tu posición, un tipo egocéntrico y narcisista como tú no puede ser mi mano derecha. ¿En que estaba pensando cuando te elegí?

- ¿En lo guapo y genial que soy?, ¿En todas las veces que he salvado tu trasero?, ¿En mis brillantes ideas que siempre funcionan?, ¿Tal vez en mi destreza para infiltrarme en lugares y sistemas sin ser detectado?, ¿O podría ser en mis impresionantes habilidades con las armas y las artes marciales?

- …eres afortunado de que esté herido o te habría dado una paliza ahora mismo. ¡Cuando vuelvas de la suspensión verás!

- Oye espera, ¿estabas hablando en serio sobre eso?

- Claro que es en serio y no recibirás un salario durante ese mes. Tendrás que ver como pagas esas extravagancias tuyas.

- ¿¡Qué!? Jefe, eres tan malo. ¿Sabes quién organizó todo este perfecto rescate?

- Con perfecto, ¿te refieres al hecho de que estuve a punto de morir? ¿o al hecho de que me cortaron un dedo?

- No ibas a morir señor jefe de la policía, pude escuchar muy bien por los micrófonos como estuviste a punto de confesarle todo…

- Escúchame bien Tony, eso nunca pasó. ¿Escuchaste? ¡Nunca!, dime si te quedó claro.

- Si si. Borraré los registros ¿de acuerdo? Pero no será fácil, será complicado entrar en el sistema de la policía sin ser atrapado, es arriesgado y podría ser peligroso para mí, pero lo haré por ti, como siempre lo hago. Aun así, piensas dejarme sin dinero por un mes, no es justo.

- Ya entendí, no te suspenderé ni recortare tu salario ¿de acuerdo?, estaremos a mano.

- Que amable de su parte señor, se lo agradezco.

- Cállate ya, no quiero escucharte más.

- Señor – dijo uno de los agentes que se acercó a ellos en ese momento- el jefe de la mafia ya fue asegurado, está siendo trasladado ahora mismo a la sala de interrogatorios.

- Muy bien, buen trabajo a todos. ¡Ahora vayamos a descansar!

Después de esto, el jefe de la policía fue trasladado al hospital obligado por Tony para que revisaran mejor sus heridas y para forzarlo a no moverse por ahí. Tony manipuló la grabación de la conversación con el jefe de la mafia para borrar el momento en el que su jefe casi habían confesado todo, preso del dolor al que había sido sometido. Sabía que no era algo tan grave, pero también conocía muy bien al tipo testarudo y sabía que no podría vivir con su ego herido si alguien se llegaba a enterar.

Justo como el jefe de la mafia había predicho antes, estuvo menos de un mes tras las rejas y ya estaba de nuevo manejando sus negocios como si nada hubiera pasado. Así que ahora todos estaban trabajando en un nuevo plan para volver a atraparlo, esta vez para siempre.

- Debimos haberle volado la cabeza a ese bastardo. No dijo ni una palabra, solo llenó el lugar de abogados y salió libre como si fuera un ciudadano decente.

- No lo dejaremos ir la próxima vez jefe.

- Claro que no, me las pagará por lo que me hizo.

- Señor – dijo un agente que llegó apresurado- Tony nos acaba de informar que la ubicación del jefe de la mafia fue confirmada. Están completando una transacción ahora mismo cerca de la bahía, parece ser una carga de droga bastante grande. Tendremos suficiente evidencia para atraparlo esta vez.

- Ese bastardo pelirrojo es tan molesto pero su trabajo realmente es el mejor.

- Tony se alegraría mucho si pudiera escuchar eso viniendo de usted señor.

- ¿¡Qué dices!? Si alguno le dice una palabra, lo matare y haré que parezca un accidente. ¿Está claro? No lo voy a decir otra vez.

- Si señor. – dijeron todos asustados, sabían que no lo decía en broma.

- Ahora vamos, tenemos trabajo que hacer. Hay un maldito al que he esperado por meses poder atrapar.

- Fin -



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