Sí, he cambiado y ¡Dios que difícil ha sido!, que camino tan complicado es este pero que satisfacción es ver en lo que te has convertido y saber que, a pesar de todo, lo hiciste. Ver cuántos miedos has afrontado hasta ahora y sentirte orgulloso de ti mismo.
Pero este no es un proceso lineal, esto no es algo que se logra y ya está, en esto hay que trabajar constantemente porque hay que luchar contra uno mismo siempre. También hay a quienes tu cambio no les va a gustar y van a intentar hacerte ver que estás mal, que estás actuando egoístamente para que vuelvas a ser el de antes.
La gente te va a culpar, los demás no van a pensar en tus propios sentimientos y eso está bien, no están obligados a hacerlo. Pero ahora en tu lista de prioridades tú estás primero y la opinión de los demás no es más que eso, su propia forma de ver las cosas.
Tenemos que reaprender a sentir, vivimos demasiado desconectados de todo lo que importa. Confiamos tanto en lo que vemos y oímos, que nos olvidamos de lo que sentimos.
Ese sentimiento es la guía, ese es el que nos hace ver si estamos haciendo lo correcto o si debemos cambiar algo. Esa voz interior es a quien hay que escuchar, no a los de afuera, ellos están peleando sus propias batallas y no saben nada de las nuestras.
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