Hoy, en el silencio que me acompaña, me di cuenta de algo invaluable.
Esa persona a la que tanto he esperado, ese príncipe que vendría a mi rescate, a sacarme de mi miseria. A esa increíble persona por fin la he encontrado. Y me abrazó, como nunca nadie lo había hecho. Y me dijo justo las palabras que yo necesitaba escuchar. Me hizo sentir su amor, un amor tan puro y real.
Sentí que yo era el centro de su universo y que en este mundo no existía nada que amara más que a mí. Deseé con todo mi corazón que ese abrazo nunca acabara, ¡y entonces lo recordé! No era la primera vez que sentía estos brazos, no era la primera vez que venia a rescatarme. Este sentimiento tan reconfortante. Tanta calidez en sus tiernas caricias. Todo esto ya lo había sentido antes.
Esa persona estuvo ahí para mi antes, siempre, esperando pacientemente. Fui yo quien lo olvidó. Fui yo quien estuvo haciéndole a un lado y olvidó estos sentimientos. Y a pesar de esto, continuó amándome aún más. Su amor no solo se había mantenido, sino que este abrazo era aún más fuerte y profundo que el de la última vez. ¿¡Cómo pude olvidarlo!? Como pude hacerte a un lado de nuevo.
Pero ahora que lo recordé, ya no lo olvidaré más. Ahora mi amor y gratitud hacia ti son enormes y no te volveré a dejar. A partir de hoy, te amare primero a ti. Así como tú me amas a mí, por sobre todas las cosas, siempre, así lo haré yo también, tú que mereces todo de mí, mi amada Yo, ya no habrá nada que tome tu lugar.
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